Titus Livius Patavinus, historiógrafo latino, nos cuenta sobre la primera huelga, acaecida a principios del siglo V a.C.
Los plebeyos, hartos de soportar los privilegios de los nobles romanos (patricii), se van de la ciudad al monte Sacro (mons Sacer), y allí permanecen un tiempo retirados. Los patricios acaban comprendiendo que todos son necesarios e igualmente importantes para la supervivencia de la ciudad y ceden algunos poderes a la plebe (plebs), que logra el "tribunado de la plebe" (tribuni plebis), una magistratura que tiene capacidad de veto a ciertas decisiones del senado romano (Senatus).
Es la conocida como secessio plebis.
Los plebeyos, hartos de soportar los privilegios de los nobles romanos (patricii), se van de la ciudad al monte Sacro (mons Sacer), y allí permanecen un tiempo retirados. Los patricios acaban comprendiendo que todos son necesarios e igualmente importantes para la supervivencia de la ciudad y ceden algunos poderes a la plebe (plebs), que logra el "tribunado de la plebe" (tribuni plebis), una magistratura que tiene capacidad de veto a ciertas decisiones del senado romano (Senatus).
Es la conocida como secessio plebis.
[32] Timor inde patres incessit ne, si dimissus exercitus foret, rursus
coetus occulti coniurationesque fierent. Itaque quamquam per dictatorem
dilectus habitus esset, tamen quoniam in consulum uerba iurassent
sacramento teneri militem rati, per causam renouati ab Aequis belli
educi ex urbe legiones iussere. Quo facto maturata est seditio. Et primo
agitatum dicitur de consulum caede, ut soluerentur sacramento; doctos
deinde nullam scelere religionem exsolui, Sicinio quodam auctore iniussu
consulum in Sacrum montem secessisse. Trans Anienem amnem est, tria ab
urbe milia passuum. Ea frequentior fama est quam cuius Piso auctor est,
in Auentinum secessionem factam esse. Ibi sine ullo duce uallo fossaque
communitis castris quieti, rem nullam nisi necessariam ad uictum
sumendo, per aliquot dies neque lacessiti neque lacessentes sese
tenuere. Pauor ingens in urbe, metuque mutuo suspensa erant omnia.
Timere relicta ab suis plebis uiolentiam patrum; timere patres residem
in urbe plebem, incerti manere eam an abire mallent: quamdiu autem
tranquillam quae secesserit multitudinem fore? Quid futurum deinde si
quod externum interim bellum exsistat? Nullam profecto nisi in concordia
ciuium spem reliquam ducere; eam per aequa, per iniqua reconciliandam
ciuitati esse. Placuit igitur oratorem ad plebem mitti Menenium
Agrippam, facundum uirum et quod inde oriundus erat plebi carum. Is
intromissus in castra prisco illo dicendi et horrido modo nihil aliud
quam hoc narrasse fertur: tempore quo in homine non ut nunc omnia in
unum consentiant, sed singulis membris suum cuique consilium, suus sermo
fuerit, indignatas reliquas partes sua cura, suo labore ac ministerio
uentri omnia quaeri, uentrem in medio quietum nihil aliud quam datis
uoluptatibus frui; conspirasse inde ne manus ad os cibum ferrent, nec os
acciperet datum, nec dentes quae acciperent conficerent. Hac ira, dum
uentrem fame domare uellent, ipsa una membra totumque corpus ad extremam
tabem uenisse. Inde apparuisse uentris quoque haud segne ministerium
esse, nec magis ali quam alere eum, reddentem in omnes corporis partes
hunc quo uiuimus uigemusque, diuisum pariter in uenas maturum confecto
cibo sanguinem. Comparando hinc quam intestina corporis seditio similis
esset irae plebis in patres, flexisse mentes hominum.
[2.32] El Senado empezó a temer
que, una vez abandonasen el ejército, los ciudadanos volviesen a las
conspiraciones y las reuniones secretas. Aunque era el dictador quien
había efectuado de hecho el alistamiento, los soldados habían
jurado obediencia a los cónsules. Recordándoles que seguían bajo
el juramento militar, el Senado ordenó a las legiones que marchasen
fuera de la Ciudad con la excusa de que se había reanudado la guerra
con los ecuos. Esta decisión precipitó la sedición. Se dice que la
primera idea fue dar muerte a los cónsules, para desligarse de su
juramento; pero, comprendiendo que que ninguna obligación religiosa
podría disolverse mediante un crimen, decidieron, por instigación
de un tal Sicinio, ignorar a los cónsules y retirarse al Monte
Sacro, que está al otro lado del Anio, a tres millas de la Ciudad. Esta es una tradición aceptada
más comúnmente que la defendida por Pisón y que dice que la
separación se hizo en el Aventino. Allí, sin jefe alguno y en un
campamento fortificado con valla y foso, se retiraron sin nada más
que lo básico para vivir y se mantuvieron varios días, ni efectuar
ni recibir ninguna provocación. Un gran pánico se apoderó de la
Ciudad, la desconfianza mutua llevó a un estado de parálisis
general. Los plebeyos que habían sido dejados por sus compañeros en
la Ciudad temían la violencia de los patricios; los patricios temían
a los plebeyos que aún permanecían en la ciudad, y no sabían
decidir si preferían que se quedasen o que se marchasen. "¿Cuánto
tiempo", se preguntaban, "permanecerá tranquila la
multitud que se ha separado? ¿Qué pasaría si, entre tanto,
estallase alguna guerra exterior?" Creían que todas sus
esperanzas residían en la concordia entre los ciudadanos, y que esta
debía ser restaurada a cualquier precio.
El Senado decidió, por tanto, enviar a Menenio Agripa como
portavoz, un hombre elocuente y aceptable para la plebe, pués el
mismo era de origen plebeyo. Fue admitido en el campamento, y se
cuenta que él, simplemente, les contó la siguiente fábula en forma
primitiva y tosca: "En los días en que todas las partes del
cuerpo humano vivían, no juntas como ahora, sino cada miembro por su
lado y hablando sólo de lo suyo, se indignaron todos contra el
vientre y decían que todo lo que hacían era únicamente en
beneficio suyo mientras éste estaba ocioso y no hacía más que
disfrutar de todo. Y conspiraron contra él: las manos no llevarían
comida a la boca, la boca no aceptaría la comida que se le
ofreciese, los dientes no la masticarían. Mientras, en su
resentimiento, estaban ansiosos por obligar al vientre mediante el
hambre, ellos mismos se debilitaron y todo el cuerpo quedó al fin
exhausto. Entonces se hizo evidente que el vientre no era un holgazán
y que el alimento que recibía no era mayor que el que devolvía a
todas las partes del cuerpo para que viviesen y se fortaleciesen,
distribuyéndolo equitativamente entre las venas tras haberlo
madurado con la digestión de los alimentos." Mediante esta
comparación, y mostrando cómo las discordias internas entre las
partes del cuerpo se parecían a la animosidad de los plebeyos contra
los patricios, logró conquistar a su audiencia.
...e pluribus unum...
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