miércoles, 6 de febrero de 2013

SECESSIO PLEBIS

Titus Livius Patavinus, historiógrafo latino, nos cuenta sobre la primera huelga, acaecida a principios del siglo V a.C.

Los plebeyos, hartos de soportar los privilegios de los nobles romanos (patricii), se van de la ciudad al monte Sacro (mons Sacer), y allí permanecen un tiempo retirados. Los patricios acaban comprendiendo que todos son necesarios e igualmente importantes para la supervivencia de la ciudad y ceden algunos poderes a la plebe (plebs), que logra el "tribunado de la plebe" (tribuni plebis), una magistratura que tiene capacidad de veto a ciertas decisiones del senado romano (Senatus). 

Es la conocida como secessio plebis.



[32] Timor inde patres incessit ne, si dimissus exercitus foret, rursus coetus occulti coniurationesque fierent. Itaque quamquam per dictatorem dilectus habitus esset, tamen quoniam in consulum uerba iurassent sacramento teneri militem rati, per causam renouati ab Aequis belli educi ex urbe legiones iussere. Quo facto maturata est seditio. Et primo agitatum dicitur de consulum caede, ut soluerentur sacramento; doctos deinde nullam scelere religionem exsolui, Sicinio quodam auctore iniussu consulum in Sacrum montem secessisse. Trans Anienem amnem est, tria ab urbe milia passuum. Ea frequentior fama est quam cuius Piso auctor est, in Auentinum secessionem factam esse. Ibi sine ullo duce uallo fossaque communitis castris quieti, rem nullam nisi necessariam ad uictum sumendo, per aliquot dies neque lacessiti neque lacessentes sese tenuere. Pauor ingens in urbe, metuque mutuo suspensa erant omnia. Timere relicta ab suis plebis uiolentiam patrum; timere patres residem in urbe plebem, incerti manere eam an abire mallent: quamdiu autem tranquillam quae secesserit multitudinem fore? Quid futurum deinde si quod externum interim bellum exsistat? Nullam profecto nisi in concordia ciuium spem reliquam ducere; eam per aequa, per iniqua reconciliandam ciuitati esse. Placuit igitur oratorem ad plebem mitti Menenium Agrippam, facundum uirum et quod inde oriundus erat plebi carum. Is intromissus in castra prisco illo dicendi et horrido modo nihil aliud quam hoc narrasse fertur: tempore quo in homine non ut nunc omnia in unum consentiant, sed singulis membris suum cuique consilium, suus sermo fuerit, indignatas reliquas partes sua cura, suo labore ac ministerio uentri omnia quaeri, uentrem in medio quietum nihil aliud quam datis uoluptatibus frui; conspirasse inde ne manus ad os cibum ferrent, nec os acciperet datum, nec dentes quae acciperent conficerent. Hac ira, dum uentrem fame domare uellent, ipsa una membra totumque corpus ad extremam tabem uenisse. Inde apparuisse uentris quoque haud segne ministerium esse, nec magis ali quam alere eum, reddentem in omnes corporis partes hunc quo uiuimus uigemusque, diuisum pariter in uenas maturum confecto cibo sanguinem. Comparando hinc quam intestina corporis seditio similis esset irae plebis in patres, flexisse mentes hominum.

 [2.32] El Senado empezó a temer que, una vez abandonasen el ejército, los ciudadanos volviesen a las conspiraciones y las reuniones secretas. Aunque era el dictador quien había efectuado de hecho el alistamiento, los soldados habían jurado obediencia a los cónsules. Recordándoles que seguían bajo el juramento militar, el Senado ordenó a las legiones que marchasen fuera de la Ciudad con la excusa de que se había reanudado la guerra con los ecuos. Esta decisión precipitó la sedición. Se dice que la primera idea fue dar muerte a los cónsules, para desligarse de su juramento; pero, comprendiendo que que ninguna obligación religiosa podría disolverse mediante un crimen, decidieron, por instigación de un tal Sicinio, ignorar a los cónsules y retirarse al Monte Sacro, que está al otro lado del Anio, a tres millas de la Ciudad. Esta es una tradición aceptada más comúnmente que la defendida por Pisón y que dice que la separación se hizo en el Aventino. Allí, sin jefe alguno y en un campamento fortificado con valla y foso, se retiraron sin nada más que lo básico para vivir y se mantuvieron varios días, ni efectuar ni recibir ninguna provocación. Un gran pánico se apoderó de la Ciudad, la desconfianza mutua llevó a un estado de parálisis general. Los plebeyos que habían sido dejados por sus compañeros en la Ciudad temían la violencia de los patricios; los patricios temían a los plebeyos que aún permanecían en la ciudad, y no sabían decidir si preferían que se quedasen o que se marchasen. "¿Cuánto tiempo", se preguntaban, "permanecerá tranquila la multitud que se ha separado? ¿Qué pasaría si, entre tanto, estallase alguna guerra exterior?" Creían que todas sus esperanzas residían en la concordia entre los ciudadanos, y que esta debía ser restaurada a cualquier precio.
El Senado decidió, por tanto, enviar a Menenio Agripa como portavoz, un hombre elocuente y aceptable para la plebe, pués el mismo era de origen plebeyo. Fue admitido en el campamento, y se cuenta que él, simplemente, les contó la siguiente fábula en forma primitiva y tosca: "En los días en que todas las partes del cuerpo humano vivían, no juntas como ahora, sino cada miembro por su lado y hablando sólo de lo suyo, se indignaron todos contra el vientre y decían que todo lo que hacían era únicamente en beneficio suyo mientras éste estaba ocioso y no hacía más que disfrutar de todo. Y conspiraron contra él: las manos no llevarían comida a la boca, la boca no aceptaría la comida que se le ofreciese, los dientes no la masticarían. Mientras, en su resentimiento, estaban ansiosos por obligar al vientre mediante el hambre, ellos mismos se debilitaron y todo el cuerpo quedó al fin exhausto. Entonces se hizo evidente que el vientre no era un holgazán y que el alimento que recibía no era mayor que el que devolvía a todas las partes del cuerpo para que viviesen y se fortaleciesen, distribuyéndolo equitativamente entre las venas tras haberlo madurado con la digestión de los alimentos." Mediante esta comparación, y mostrando cómo las discordias internas entre las partes del cuerpo se parecían a la animosidad de los plebeyos contra los patricios, logró conquistar a su audiencia. 

...e pluribus unum...

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